29 de abril de 2011

Amor eterno...

En París, Roma o la Plaza Mayor de Madrid los enamorados enlazan sus destinos para siempre colocando un candado con mensajes de amor cuya llave arrojarán después para perderla para siempre. Muchos se habrán encontrado con este espectáculo sin conocer su origen.
Si en la época de Goethe, los jóvenes comenzaron a vestirse como 'Werther' o en la Francia pre-revolucionaria 'La Nueva Eloísa', de Rouseau, se convirtió en guía sentimental de la época, hoy, en plena era cibernética, también una novela marca el signo de los tiempos. Al menos en lo sentimental.
Y es que la moda de los 'candados del amor' se difundió a raíz de una leyenda de ficción recogida en la novela de Federico Moccia 'Tengo ganas de ti'.  Puede que Moccia nunca llegue a ocupar en los anales históricos y literarios un lugar comparable al de Goethe o Rousseau, pero su impacto en el comportamiento de los enamorados ha dejado una huella que dura ya más de tres años. En la novela el autor relata cómo un joven enamorado convence de su amor a una mujer con una leyenda inventada en la que los novios colocan un candado y una cadena en el tercer farol del lado norte del puente Milvio, en Roma, y después de cerrar el candado, tiran la llave al río Tíber.

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